Estos días estoy en Coruña con mi hija preparando su tercer curso fuera de casa. Hasta ahora vivió en una residencia universitaria pero como a todos le llegó el momento de querer más independencia (¿libertad?) y otro tipo de convivencia compartiendo piso con otros tres compañeros. Nos hemos venido las dos para adaptar su habitación y aprovechando que está disponible el piso pasar juntas unos días en esta ciudad que me encanta. Llevamos ya una semana y del día a día hay cosas que me están haciendo pensar y aquí me tenéis para compartirlas y de paso descargar un poco mi “disco duro mental” que con tanta facilidad se llena. (Debería ir pensando en hacerme con uno de más Gigas pero no encuentro cómo ni dónde).
- Que yo, sintiéndome “como en mi casa” tomé las riendas y me puse a organizarlo todo.
- Que ella en principio “me dejó” .
- Lo primero comprar lo imprescindible, luego lo necesario y de paso alguna cosa más (Madre mía, ¡cómo está mi tarjeta!).
- Paula a mi lado empezó a preguntar: ¿de esto cuanto? ¿y esto para qué? ¿cómo lo sabes?…
- Después limpieza y orden…
- Y ella a mi lado: ¿Dónde ponemos esto? “No, mejor ahí no”, “así no me gusta”
- Siguiente paso: ¿Qué te hago para cenar?
- Y Paula: ¡no! tu me vas diciendo cómo y lo hago yo (¿?).
- Lavadora: ¡Espera que voy y te veo! ¿Cuánto detergente? ¿qué temperatura? ¿Por qué no metes también la camiseta ? y al terminar: tu me indicas pero lo tiendo yo!
- Que al día siguiente le escuché decir: ¡Ay! ¡que no he recogido la ropa y estará ya seca!
- Que muy sutilmente al principio y de forma más evidente después, su actitud me hizo entender que esa era ya “su casa”.
- Que quiere tenerla a su gusto, atenderla, cuidarla.
- Que quiere saber cómo hacer las cosas mejor.
- Que en casa (en mi/nuestra casa) conseguir que haga cualquier cosa supone una lucha que en muchas ocasiones he llegado a dar por perdida.
- Que en casa (en mi/nuestra casa) nunca preguntó cómo se hace nada, ni se interesó por mejorar, sólo por cumplir.
- Que ahora quiere hacerlo ella, probar, experimentar… pero me necesita cerca para que le guíe y resuelva sus dudas.
- Que ahora quiere aprender.
¿Y a qué viene todo esto?
Ya se que no voy a descubrir nada que no se haya dicho ya, pero encuentro en esta experiencia personal muchas coincidencias con lo que ocurre en esa escuela que a algunos nos gustaría cambiar, por ejemplo:
- Que cuando nos ponemos a “hacer” no nos damos cuenta de que no estamos en nuestra casa sino en “su” casa. Queremos dirigir, ordenar y organizar el espacio, la vida de los alumnos (su aprendizaje) como si fuese el nuestro, sin preguntarles , sin escucharles, sin permitirles participar.
- Que hay una frase que repetimos muchas veces: “cuando quieren pueden”; Deberíamos pensar primero en lo que quieren, en por qué, cómo y cuándo lo quieren antes de valorar si pueden o no pueden…
- Que sólo aprenderán si sienten la necesidad de aprender y probablemente está aparecerá cuando se sientan protagonistas de su aprendizaje, cuando se sientan… ¡en su casa!
- Que cuando quieren aprender nos necesitan y nos reclaman, por tanto siempre seremos necesarios para guiar, responder, aclarar… enseñar.
Todo esto me lleva a seguir planteándome (una y mil veces hasta que obtenga respuesta) lo que podemos hacer para que sientan la necesidad de aprender, para que no vivan su tiempo en el colegio como si estuviesen viviendo en casa ajena, todo debería de hacerles sentir que se esfuerzan para construir el lugar en el que les gustaría vivir.
Sigo pensando…
¡Qué chulada de post! Espero que disfrutéis mucho estos días ;)
ResponderEliminarEstupendo Carmen, me encantan tus analogías.
ResponderEliminarFelices vacaciones !!!!
Genial :) Me has hecho pasar un buen rato, y lo que es mejor, pasar un buen rato. Aplicaré esta filosofía en septiembre con mis nuevos alumnos de 4º de ESO. Un abrazo
ResponderEliminarQue razón tan tremenda tanto en el campo personal como en el profesional. Parecemos empeñados/as en marcar el camino creyendonos que es el único y... simplemente, en ocasiones,con la mejor intención conseguimos los peores resultados.
ResponderEliminarGracias por tu reflexiónl
¡Qué vivencia más simple pero a la vez complicada! Alguna vez lo hemos experimentado algunos, sobre todo los que tenemos hijos mayores. Siempre he pensado ... ¡qué línea tan fina debe haber entre, como tú bien dices, el cumplir y el comprometerse! y digo fina porque yo todavía no he visto dónde está. Cuando menos te lo esperas has pasado de una zona de la línea a la otra y no has encontrado la clave de cómo conseguirlo... a veces sólo lo intuímos.Presiento que con nuestros hijos y con nuestros alumnos la cosa deberá de ser más simple de lo que lo planteamos. Mucho más natural, sobre todo olvidándonos de todas las ataduras que nos rodean y presionan y que tienen que ver con logros preestablecidos por los que nos rodean y no por los directamente implicados.en fin... seguiremos en la búsqueda y si alguno o alguna da con la fórmula que nos lo cuente, se lo agradeceremos ¿vale?
ResponderEliminarA seguir toamando fuerzas para septiembre...
Un saludo.
Excelente Carmen. Acompaño tus reflexiones como padre y las aplaudo como docente. Gracias por compartirlas.
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