Es un tema hablado, comentado y discutido muchas veces. Cuando me meto en una conversación de este tipo la veo llegar, se como va a evolucionar y la sensación que voy a tener al final: ¡es inútil!, también se que volveré a proponerme “no entrar al trapo” y abandonar a tiempo para no desgastarme inútilmente pero NO PUEDO.
En este caso fueron las Redes Sociales, en otros Internet o los ordenadores en el aula o la escuela 2.0 pero en todas ellas me encuentro hablando con alguien que afirma rotundamente que “eso no es bueno”. En ese momento se me enciende un interruptor que a pesar de mis propósitos no consigo controlar.
Estoy trabajando con grupos de padres y profesores en el conocimiento de las Redes Sociales y tengo pendiente una entrada valorando cosas muy interesantes y muy buenas que he han surgido de los distintos talleres pero será en otro momento. Uno de los bloques de formación para profesores consiste en analizar una selección de materiales, enlaces, vídeos y propuestas didácticas y diseñar una sesión de tutoría que llamaremos “aprendiendo a vivir en Internet” para aplicarla a continuación con los alumnos. Al terminar de presentar los objetivos y la metodología un profesor me comentó que ya estaba impartiendo una sesión en 1º de ESO para que los chicos/as se den cuenta de lo”malas que son” las Redes Sociales. Se encendió mi interruptor y le comenté lo importante de evitar las connotaciones negativas. Una cosa es enseñar a evitar riesgos y otra muy distinta afirmar que todo lo que pueden ofrecer las redes es pernicioso. La respuesta fue rotunda: “es que no van a encontrar nada bueno en ellas”. En ese momento descubrí que no tengo solo un interruptor porque se me empezaron a activar luces de todos los colores. Tengo que decir que el profesor del que hablo es joven, informático, que tiene vocación de tutor y se preocupa de atender a sus alumnos sin horarios, estando siempre disponible para ellos. Digo esto porque sería fácil interpretar mi entrada como la respuesta de alguien sin interés por la labor que realiza y nada más lejos de la realidad. Tras su afirmación mi pregunta: ¿Qué conoces de las Redes Sociales'? y su respuesta: Yo no estoy en ninguna pero las conozco perfectamente y no creo que se pueda encontrar nada bueno en ellas.
En definitiva el eterno “No me gustan las lentejas!/ pero…¿las has probado?/ no hace falta porque SE que no me gustan” ahora desemboca en que además “SE lo malas que son” No se lo que contienen ni cómo actúan, me basta saber que a algunos amigos míos les causaron indigestión y que la gente a la que le gustan las lentejas deja de comer otras cosas infinitamente mejores.
Cuando mis alumnos de música me dicen que un determinado tipo de música no les gusta saben que sólo valoraré su opinión y la respetaré si me demuestran que la han escuchado y para ello previamente dejamos bien clara la diferencia entre oír y escuchar.
Afirmar conocer lo que son y como funcionan las Redes Sociales sin formar parte de ninguna es oír sin escuchar. Si queremos que nuestros alumnos nos respeten cuando pretendemos educarles en su uso es imprescindible que les demostremos que sabemos de lo que hablamos para ganarnos su respeto. Las Redes, como la vida tienen sus peligros y sus normas, para las Redes, como para la vida es imprescindible una educación que nos permita navegar seguros y vivir sin miedo.Para poder educar y que esa educación sea eficaz tenemos que conocer bien aquello que queremos enseñar.
Después de escuchar al imprescindible Jordi Adell citando a David White me considero una residente digital. Los que lo somos sabemos lo que nos enriquece esa situación. Obviamente cada uno es libre de decidir y vivir su relación con/en Internet a su manera: como visitantes o como residentes, pero nadie (y menos un educador) debería permitirse no poder elegir por no conocer. Sería un tercer grupo de personas que yo llamaría ignorantes digitales (sin pretender ofender, sencillamente el término me parece lo suficientemente clarificador) que de forma inconsciente viven en un mundo muy pequeño sin saber que hoy el mundo es mucho más grande y sus limitaciones les impiden tener una visión real de lo que ocurre “ahí fuera”. La formación en Redes Sociales o en sentido más amplio en Internet, debería tener como primer objetivo que dejen de existir ignorantes digitales y con ellos los fantasmas de lo desconocido. Si luego se convierten en visitantes o residentes digitales será su opción personal, libre y totalmente respetable.