Ayer, mientras volcaba las encuestas de satisfacción de alumnos que realizamos anualmente un alumno en la pregunta de respuesta abierta resumía su opinión con esta frase "este colegio es bueno para los que quieren aprender"...
Me llamó mucho la atención y me dio que pensar... un niño (o una niña, no se) de 12 o 13 años tiene claro lo obvio, porque todo es bueno "para los que quieren aprender"... Nosotros, nos quejamos de que no trabajan, de que hablan, de que no muestran interés.... en el mejor de los casos les mandamos a refuerzo, les hacemos adaptaciones, programas de Diversificación (¡todo antes que el fracaso escolar!)... pero ¿y si lo que ocurre es que "no quieren aprender"? ¿no será todo inútil? .
Y me sigo preguntando, ¿cómo abordar ésto?, porque no es cierto que esos alumnos en los que todos estamos pensando no quieran aprender nada, podríamos poner una lista interminable de ejemplos de cosas que aprenden con mucho interés y a veces con mucho empeño pero ocurre que...¡no se las enseñamos nosotros!
Tampoco quiero creer que nada de lo que nosotros podamos ofrecerles les pueda interesar, ¿será porque se lo ofrecemos "nosotros"? Tal vez durante mucho tiempo se han visto obligados a aprender cosas sin que hayamos sabido mostrarles su utilidad y ahora... sencillamente no se fían. Por eso ( y porque soy "creyente") pienso que las TIC junto con una metodología que les acerque a su realidad pueden servirnos para romper esa barrera. Si pudiésemos conseguir despertar su interés en los contenidos y no en los resultados, bienvenidas las TIC que harían "fiable" nuestra oferta pues les llegaría desde "su realidad" en la que ellos se sienten capaces de aprender por si mismos. ¿Y si así encontrasen razones para "querer aprender"? No se si será un sueño pero yo quiero intentarlo, seguiré probando, aprendiendo de ellos, mirando lo que miran y como lo miran, y si tengo que meterme en la pantalla del ordenador para que me miren a mi lo intentaré...
Son sólo pensamientos, no pretendo convencer a nadie porque esto es cuestión de Fé y yo...¡la tengo!
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