Crónicas de Aquel Pupitre

La palabra pupitre me evoca sentimientos, imágenes, personas, historias e historietas…. En mis recuerdos de niña hay amigas “compañeras de pupitre”(cuando las mesas eran dobles y normalmente te pasabas el curso “pegada” a una niña a la que terminabas conociendo muy bien), cursos, asignaturas, institutos, aulas asociadas a un pupitre, momentos que nunca olvidaré pero también otros que no consigo olvidar.
Como maestra (permitidme esta licencia, decir “maestra” son palabras mayores, pero me gusta sentirme así aunque no haya estudiado magisterio), en mis recuerdos está Luis, el que se sentaba en el pupitre de la esquina, o María que siempre me estaba pidiendo que le cambiase de sitio, o Pedro con su desorden y su pupitre siempre en medio del pasillo y Asun que había crecido tan deprisa que no le cabían las piernas y siempre estaba mal sentada.
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Es el pupitre el objeto que amuebla nuestro espacio vital en los días de colegio, nuestro territorio, que limita al Norte con José, al Sur con Marianela y al Este con el pasillo. En él sentados nos recordamos y nos recuerdan anclando en la memoria muchos momentos (¡muchos!) de infancia o adolescencia, de la mía  y de la de aquellos a los que siempre veré “sentados en aquel pupitre”.
Por eso va a ser él “aquel pupitre” el protagonista  de esta sección de mi blog en la que le daré la palabra para que hurgue en sus recuerdos, en los míos, en los nuestros y en los vuestros y se convierta en cronista de lo que ha visto, lo que ve y lo que verá, narrador de historias o contador de cuentos de la vida misma… de la vida entera de ese aula de un colegio.
Como imagen para esta sección he rescatado del baúl un pupitre del ayer, de los que casi no llegué a utilizar. Encuentro en ellos algo irresistible y encantador: las huellas, besos y cicatrices que quedaron en esa vieja madera marcadas a lápiz, bolígrafo o pluma y que dan testimonio de las vidas que por allí pasaron, crecieron, soñaron e incluso se enamoraron. Por eso, por muy profeTIC que me considere cuando pienso en hacer hablar al alma de un pupitre sólo puedo imaginarme uno como este… “pupitre con encanto” como los hoteles que me gustan, acogedores y entrañables para vivir en ellos y con ellos momentos para recordar.

ENTRADAS EN ESTA SECCIÓN


- Crónicas de aquel pupitre: ¡Me fallaron las cuentas! (Carmen González)
Rober el primer día de clase se sentaba siempre lo mas lejos posible del profesor y antes de que hubiese terminado la mañana ya nos habían puesto a los dos en primera fila. Se aburría mucho y cómo no sabía en qué dar se dedicaba a enredar con todo lo que encontraba alrededor. Me tenía lleno de pipas, tizas (que lanzaba con una precisión increíble en cuanto le quitaban la vista un segundo), avioncitos de papel y un sin fin de materiales que le ayudaban a pasar mejor las horas, porque Rober… ¡se aburría mucho en clase!
-¡Roberto! ¿Te quieres estar quieto?… ¡atiende!
Y Rober pedía disculpas poniendo una gran sonrisa y cara de "novolveráapasar", pero ¡pasaba!
Suspendía, recuperaba, volvía a suspender…. se pasaba el curso en un tira y afloja con las asignaturas y al llegar junio conseguía que “sólo” le quedasen una o dos para septiembre. En las notas siempre tenía un comentario del tutor para que se esforzase más puesto que podía haber aprobado todo si hubiese puesto un poco de ganas.
Cuando Roberto no estaba delante los profesores hablaban de él:
- ¡Pero mira que pierde el tiempo! ¡No hace nada! ¡Con el potencial que tiene! ¡Que desperdicio! ¡Y el caso es que es buen chaval! …
Era muy inteligente, incluso le habían hecho estudios que mostraban signos de superdotación, sabía manejar bien las situaciones y como persona era de esos alumnos que “se hacía querer” a pesar de la guerra que daba.
En 4º de ESO su tutora, estuvo encima de él todo el curso para que trabajase y lo aprovechase. Anduvo como siempre… a trancas y barrancas, por eso cuando en la evaluación final Carmen comprobó que había aprobado todas le hizo mucha ilusión, no se si porque se lo merecía de verdad (la verdad es que no) o por pensar que su seguimiento y su  empeño había dado fruto. Por eso, esperaba su gran sonrisa al entregar los boletines de notas…
-¡Enhorabuena! le dijo y él la miró desconfiado
- ¡Que has aprobado todas!
Y no sonrió, sino al contrario, su expresión era de fastidio y decepción…. ¡Vaya por Dios! ¡Me fallaron las cuentas! y se marchó sin decir más.
A los dos días volvió por el colegio y se pasó por la clase a buscar algunas cosas que le quedaban allí y se encontró con Carmen qeue estaba también recogiendo.Parecía que se le había pasado el enfado y ella no pudo menos que mostrarle su extrañeza ante su actitud.
- ¡No lo entiendo! Con lo mal que has llevado el curso, al final apruebas todo y ¿no estás contento?
- Verás, le escuché decir, mi padre se dedica a la agricultura y en verano se acumula el trabajo. Si estoy en el pueblo no descanso ni los domingos. Por eso yo todos los años intento que me queden una o dos, así me dejan en Salamanca con clases particulares y me libro de  la faena. Como no son muchas con poco esfuerzo apruebo en septiembre sin problemas. Este año calculé mal y ¡mira!… ya me está esperando fuera con el coche para llevarme al campo con él.
No se llamaba Roberto y no he vuelto a saber de él pero tengo la seguridad de que  habrá encontrado la forma de triunfar en aquello que se haya propuesto



VUESTRAS APORTACIONES
¡Gracias a todos por compartirlas!


Pau (26-09-2010):
Esto me recuerda una de las tantas crónicas de mi pupitre que viví en el colegio:
Era 2º de Bach, y mi generación, como era costumbre desde primaria, pasábamos los cambios de clase haciendo volteretas, haciendo el pino, tirándonos cosas, berreando, fumando etc.
Como era evidentemente, nos castigaron, sin salir de clase en los cambios...al principio seguíamos haciendo lo mismo, claro está, pero cuando nos aburrimos, a alguien de mi clase, no me acuerdo quién, se le ocurrió un nuevo juego, coger el diccionario y leer una definición, y entre los demás, adivinar la palabra, vamos, un pasapalabra versionado...
No puedo describiros la cara de nuestra profesora de lengua, sara, cuando nos vio por primera vez en circulo con un diccionario, callados, y haciendo algo útil...se convirtió en un juego mítico que nos duro todo el año, y organizábamos competiciones y demás!
No quiero pensar lo que hubiéramos protestado si nos hubieran exigido jugar a aquello, quizá fue eso, que nadie nos dijo que debíamos hacerlo!



Estrella (08-10-2010):
Mi crónica de pupitre...
Nunca podré olvidar la discusión que mantuve con Sor Francisca con tan sólo 7 años (2º de EGB) cuando yo aseguraba totalmente convencida que El archipiélago canario se situaba justo debajo del las Baleares y metido en una especie de rectángulo, que yo imaginaba de coral.
¿Quién haría aquellos mapas?¿Por qué nadie me advirtió de que era tan solo por falta de espacio?.
Entonces no existía Googlemaps pero en cuanto llegué a casa corrí a comprobar en un Atlas.
Y aquella monja tenía razón. Yo fui expulsada 2 días por razonar, estudiar y pensar...aún así lo recuerdo con cariño.



Lina Delia Iglesias (10-10-2010):
Me remonto a la infancia,tan lejana,tan feliz,habiamos dejado Mendoza la tierra natal para irnos a cruzar la cordillera y conocer un pais nuevo Chile.
Mi hermana y yo ibamos a un colegio estatal pero en Chile fuimos a uno de los Liceos mas prestigiosos el Liceo N3,
La sorpresa fue el uniforme,con su boina azul y sus chaquetas hermosas.
Llegue al aula y alli me esperaba un pupitre,como el de los años 50, de madera lustrada con un tintero que la portera prolijamente llenaba todos los dias y la lapicera de madera con diferentes tipos de plumas.
Fue una época muy feliz,con chicas amistosas,con buena onda,!que año feliz fue esa primera época del 55.
Pero como todo no dura en la vida,en agosto de ese año mis lagrimas mojaron la madera de mi pupitre,habia muerto mi padre y sentía que era mi refugio,como el naufrago que queda a la deriva con su trozo de madera.
Llego diciembre,se acabó el curso y se acabó mi escuela,mi pupitre,mis compañeras.
Volvimos a la Argentina y mi pupitre se quedo sin las lagrimas de la niñita triste.
Pasaron los años,muchos,cincuenta y de golpe gracias a la tecnologia pude reencontrarme con esas niñas, mis amigas que quedaron en Chile y agradecí a Dios haberlas conocido en mi infancia y que ahora ya mayores me demuestran que el amor sigue intacto.
Entonces volvi a recordar a mi viejo pupitre y pude decirle,la vida nos presenta momentos felices y amargos,te agradezco por ser mi contención y mi alegría.en mi niñez.
Siempre hay un mañana venturoso,siempre hay una esperanza,todo pasa por algo,el sol siempre sale,solo hay que levantar la vista y que nos inunde con su calor.



José Hernández (10-10-2010):
Si mi pupitre de 1º de parvulario hablara, seguiría muerto de risa al recordar que mi profesora de aquel año, la srta. Inspiración, me pilló hablando con mi compañera de mesa mientras ella leía un cuento que a ambos nos habían leído en casa. A ella le mandó a una esquina y a mí "fuera, a la calle". Tan literal me lo tomé que cuando vi a aquella mujer histérica corriendo hacia mí en la parada del autobús, entendí que algo había hecho mal. Desde entonces entendí que "a la calle" tiene muchos más significados que el de irse donde están los coches... Quizá por ello, me hice profe de lengua.
Mi profesora, ya jubilada, recordaba con nostalgia y cariño aquel día con una amplia sonrisa, la misma que compartimos ella, mi pupitre y yo. :D


Francisco Jiménez  (10-10-2010):
Soy un profesor veterano, llevo trabajando treinta y tres años, pero aún me siento con espíritu para seguir en esta “Santa Profesión”.
El tiempo ha pasado y de vez en cuando me paro a recordar cosas vividas. Alguna de ellas
me hacen reflejar en mis alumnos aquella adolescencia que me queda tan lejana. Por otro lado me ayuda mucho el trabajar en el mismo colegio en el que fui estudiante.
Recuerdo a muchos de mis compañeros y tengo la suerte de encontrarme de vez en cuando con alguno de ellos. También me acuerdo de aquellos profesores, la mayoría religiosos, de los que tengo más referencia por trabajar en el mismo centro que ellos. Muchos han ido desapareciendo.
Me viene a la memoria una de las muchas anécdotas del colegio, me sucedió a mí y creo que la recordaré siempre:
Estudiaba yo entonces 3º de aquel plan de estudios y tenía como tutor a un religioso físicamente inmenso y de expresión muy seca. Más tarde le conocí de otra forma y se que era muy buena persona.
A este buen hombre, entre otras manías, no le gustaba que borráramos el encerado si teníamos alguna equivocación. Era profesor de matemáticas.
Un día que yo estaba haciendo un problema, me di cuenta de que me había equivocado e instintivamente cogí el borrador para borrarlo. El profesor que estaba a mi lado al ver que iba a borrar, me dio en la mano y ¡ MADRE MIA ¡.
Los religiosos de mi colegio por aquel entonces vestían con sotana y mi profesor lógicamente aquel día la llevaba.
Del manotazo, el borrador salió despedido y fue a dar a su sotana, que se puso perdida de BLANCO. Me asusté mucho y pedí perdón.
Él entonces me dijo con una voz que me pareció aterradora: “ Chaval, será la única oportunidad que tengas en tu vida:¡SACUDEME!.
Y así fueron pasando aquellos años.



Pau (10-10-2010):
Como veo que esto se anima...se me ocurren mas anécdotas!
esta vez no me paso a mi, tengo que decirlo, solo fui testigo!
Me acuerdo que cuando lo conté en casa, nadie me creía pero es tan surrealista que sólo si estás ahí, te lo crees.
Clase de inglés: un chico de mi clase, 2m de alto (o eso me parecía a mi en 2ºESO), y una envergadura de 2x2x2, y encima, para variar, el más gamberro con diferencia de todo mi curso! total, clase de inglés, algo estaba tramando, y mi profesor saltó: "coge la puerta y vete!"
mr. "X", por no decir nombres, se levantó, todo lo grande que era, agarro la puerta tiró hacia arriba la desencajo de las bisagras (que no es tan difícil solo es tirar hacia arriba...), se la cargo debajo del brazo y salió al pasillo.
Nuestras caras, no asimilaron el hecho y giramos todos hacia nuestro profesor que paso de una cara de susto a un ataque de risa de unos 10 min sentado en una silla...y cuando se le paso la risa, dijo "al director!!"
En fin, así era mi curso.....:):)
De todas formas, podría estar mil años contando cosas que vieron los pupitres de mi colegio, abrir radiadores, convencer a un chico que se comiera un tipex...y luego ya, maneras de "aprobar" los exámenes, pero como hay mayoría de profesores por aquí, estas me las ahorrare :)



Rodrigo González (24-10-2010):
 Aquella clase lóbrega. El maestro vigilante, en actitud acusadora, recorre todos los escolares, uno por uno. El encerado presto en todo momento a la orden imperativa del temido dedo: ¡Tú!. Yo procuraba evitar su amenazante actitud y, recurrente, volvía la mirada al pupitre que me abstraía del entorno, yo conmigo mismo. Conocía cada una de las incisiones que lo singularizaban y diferenciaban de sus compañeros. Repaso insistentemente toda su superficie reconociéndome en cada una de sus heridas. No me ha faltado, cada día, la tentación de dejar para la posteridad mi propia obra, pero no tengo navaja ni instrumento cortante para desahogarme. Fijo mi mirada en el deteriorado tintero, allí está en permanente tentación, y descubro una gota huida de las profundidades de las demás. Ni por limpieza., ni por estética, ni por orden, simplemente por exteriorizar las energías que bullen en mi sangre infantil, inspiro lenta y profundamente …, soplo con todas las fuerzas de que soy capaz, … ¡Horror!, el maestro ha detenido su mirada inquisitiva en mí, me siento acosado. Deja en libertad una sonrisa que desemboca en una gran carcajada. Mis condiscípulos acompañan su mirada y todos se fijan en mí con maliciosas risas contenidas. Me pongo nervioso, al fin de la clase, no espero a nadie y salgo corriendo, huyendo de no sé qué. Mi madre me mira: pero ¿dónde te has puesto así la cara? … ¡Y la camisa! … Salí corriendo y se quitó la zapatilla, o viceversa.


Lina Delia Iglesias (11-11-2010)

Siempre afloran a mi mente recuerdos de mi juventud y de las personas que de una u otra forma se relacionaron conmigo.
Mi vocacion era la medicina,pero...la situación economica era pésima,había que trabajar ,gracias que había podido llegar a terminar el magisterio.
En el pueblo se dictaba un curso de enfermeria y entonces me anoté de manera de poder plasmar de alguna forma mis deseo y ayudar a los chicos en la escuela cuando se lastimaran.
Tenia 18 años y muchos sueños.
A los 16 lo conocí,se llama Daniel, 6 años un morochito con unos ojos vivaces pero muy travieso,fue alumno mio en una escuela durante primer grado y primero supèrior como se lo denominaba en esa época,luego a los 18 cambie de escuela y al saber que me iba a 2 grado Daniel convencio a su mamá y aunque tenia que caminar bastante  se vino conmigo nuevamente.
Como dije era muy travieso,quería llamar la atención y la forma de hacerlo era portarse mal .
Se sentaba en mi escritorio ,asi podia controlarlo.
Un día estaba en el hospital haciendo mis prácticas  cuando viene un grupo de alumnos,ya era el atardecer a decirme que el padre de Daniel había muerto,era alcohólico y se equivocó de botella e ingiró ácido muriatico,el desceso fui instantaneo.
les dije a mis alumnos que le avisaran que iba a ir a verlo.
Salí muy entrada la noche de la guardia,el lugar era inhóspito,pero no tuve miedo,pensaba en esa pobrecita criatura que habia perdido a su padre casi a la misma edad que yo.
Estaba aferrado a un portón de alambre y cuando me vio se abrazó llorando desesperado,.junto a su padre murio el niño travieso que enloquecía a todos.
Pasaron los años,inexorablemente,hace casi un año en unas de mis visitas mensuales a mi madre lo encuentro a Daniel caminando por la calle,Dios me dio la bendición de recordar a todos mis alumnos y sus nombres  y apellidos.
Me miró cuando lo llamé me pidió acompañarme y no habló nada,no me di cuenta porqué.
Al mes siguiente fue a preguntar a la casa de mamá cuando venía y mi número de teléfono,me llamó a mi casa y me dijo que tenia que hablarme de algo muy serio.
Me estaba esperando en la estación de micros cuando llegué de Mar del Plata y me dijo que lo perdonara,que tantas veces había soñado que me encontraba que cuando fue realidad  no pudo articular una palabra por la emoción.
Abracé a ese hombre -niño de 54 años ,diez menos que yo y así nos fuimos a tomar el tren ceñidos por la cintura.
Para Daniel fui en ese momento de su infancia el bálsamo para sus dolores,ahora.es un bálsamo para los mios,cuando llego o me voy de Buenos Aires siempre esta Daniel,(ya abuelo)en la estacion de micros esperándome ,protegiéndome,protegiendo a su vieja maestra que tanto lo quiere a pesar de los años transcurridos.



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