5 ene 2011

Mi libreta roja: ¿Quién es el cliente? ¿Quién se beneficia? ¿Quién está en crisis?

Desde que los planes de calidad entraron en los colegios hemos oído llamar muchas veces clientes a nuestros alumnos. No me gusta el término pero confieso que de tanto oírlo me he acostumbrado a él y he desterrado la connotación comercial que tiene la palabra. Me parece que un buen plan de calidad si no es impuesto sirve para hacer un diagnóstico de la situación del centro y diseñar un camino que repercuta en la satisfacción de todos. Hemos heredado los planes de calidad del mundo de la empresa y de ahí que la terminología no sea la más adecuada cuando lo trasladamos a un colegio pero puedo tolerarla haciendo mis propias composiciones de lugar. Por ello cuando en alguna ocasión se ha hablado del tema yo siempre he dicho que entendía el término cliente como el que elige y que en ese caso nuestro objetivo si sería  conseguir clientes es decir, conseguir que nuestros alumnos elijan aprender.

Pero últimamente estoy dando vueltas a otra idea, porque lo cierto es que que lo nuestro no es una empresa que fabrica ladrillos o que vende pantalones. Nosotros “fabricamos” personas, ciudadanos, profesionales, padres y madres que serán al final del proceso. Por eso nos chirría tanto oír hablar de los alumnos como clientes. Pienso que el verdadero cliente de esta empresa es la sociedad, el mundo, el futuro… El cliente, como hacienda, somos todos, puesto que de la “calidad del producto” depende  el mundo que se construya en los años venideros.

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Si suena fatal hablar del alumno como cliente, no quiero ni pensar cómo os estará sonando que lo llame “producto” (a mi desde luego me está sonando fatal), y prometo no volver a hacerlo, pero no encuentro otra manera de exponer la idea del interés común que en Educación debería primar por encima de cualquier otro interés. La escuela forma parte de  la sociedad y debe aspirar a conseguir el mejor producto.

Bien, pues en estos momentos aquí también estamos viviendo una crisis:

  • La empresa-escuela está perdida porque no entiende lo que quiere la sociedad-cliente que presiona con mensajes confusos y muchas veces contradictorios.
  • La sociedad-cliente es consciente de que debe exigir productos-alumnos más competitivos, más seguros, capaces de convertirse en los pilares que la sustenten.
  • La sociedad-cliente le exige a la empresa-escuela que mejore la calidad del producto-alumno.
  • Para que se produzca ese producto-alumno de mejor calidad la empresa-escuela necesita realizar una gran inversión que encarece el proceso.
  • La sociedad-cliente no está dispuesta a pagar el precio real de ese producto-alumno de calidad.

Que_necesitaba_realmente_el_Cliente Y dejando ya de lado esta terminología pienso que para salir de esta crisis la primera medida es invertir en sentido común, mirar al alumno y definir claramente  la persona que queremos formar. Todos (colegio, sociedad, padres, profesores, equipos directivos… todos) deberíamos de entender que en este tema no es posible el desacuerdo. El consenso en el modelo de educación que se necesita es fundamental  y con él la asunción de responsabilidades por parte de cada uno de los responsables de que todo esto funcione. Sólo así se evitará que se siga interpretando la normativa como moda pasajera que otro vendrá y cambiará y que se entienda el esfuerzo que todos tenemos que realizar para la mejora continua.

1 comentario:

  1. Tienes mucha razón en lo que comentas Carmen, gracias por ser la voz de todos los que pensamos así.

    Besos!!

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